autor: Camilo José Cela
En noviembre de 1936, el futuro premio Nobel Camilo José Cela, a la sazón un joven de veinte años, escribió «un libro de versos fenomenales, monstruosos, los versos que sólo se pueden escribir cuando uno palpa la Muerte en las manos», según él mismo los definió, con la modestia que le caracterizaba. En abril de 1945 lo publicó, con el título Pisando la dudosa luz del día. Al parecer, el «venenoso trance» de la muerte de Toisha Vargas, la entonces novia de Cela, víctima de los bombardeos franquistas sobre Madrid, fue el germen de la redacción del libro. Su muerte se sumó a la destrucción y el horror causados por la guerra, que habían exacerbado la sensibilidad adolescente del poeta. El resultado fue un conjunto de poemas «anacrónicos, crueles, estremecidos y sombríos», como señala Leopoldo Panero, prologuista de la primera edición, y cuyos temas son «la sangre, el miedo, la enfermedad, la sexualidad, la soledad, la guerra, la amargura, el insomnio, el amor, la Muerte». Pisando la dudosa luz del día, entrega en «Himno a la muerte» un memorable poema funeral, arrebatado de dolor y erotismo. Acaso se perciban todavía demasiado sus influencias y sus defectos juveniles, pero constituye, en conjunto, una de las más hermosas entregas líricas de la sórdida España de los años cuarenta.
Encartonado en plena piel de cabra c/granate. Incisiones pintadas con acrílicos. Cabezadas hechas a mano en hilo de seda dos colores. Cortes tratados con sellador. Guardas borde a borde misma piel de cabra y guarda volante en su carnaza. Camisa (o sobrecubierta) con lomo y bandas de la misma piel de cabra y planos en papel pintado a mano por Brigitte Chardome. Estuche con boca de la misma piel y mismo papel pintado.
Colección particular de D. Evaristo Lemos.